sábado, 28 de febrero de 2009

UNA NOCHE TORMENTOSA


Una noche muy fría, el cielo estaba cubierto por oscuros nubarrones que largaban enormes y escasas gotas de aguas frías, del horizonte se veía un enorme látigo de luz que hacia blanquear los árboles y daban lugar a un horroroso y estruendoso grito de la naturaleza.

No muy a los lejos a lado de una choza rustica, con un enorme hueco en el techo, por donde el agua entraba sin control, que sólo necesitaba un jalón de buey para echarse al suelo.

Se podía observar a una mujer de pelo blanco mas blanco aún se ponían con la luz de los relámpagos, azotada por el sol, y siendo azotada con el látigo que se utiliza para azotar a las bestias rebeldes.

Con la cara sangrando, y con algunos dientes fuera, echando a la nada gritos de auxilio a cada palabra que decía caía la sangre entre sus labios.

Atada de pies y manos, en un desnutrido y mustio árbol, que no ha crecido mucho, no se sabia el por que estaba allí, por que la sequedad no le abastecía para poder sobrevivir.

Tenía un aspecto de estar moribundo, con su color medio negro y amarillo, pero tenía tanta resistencia que sirvió de algo en esta vida, sirvió para el tormento de aquella mujer.

Sollozando con una débil vos, ¡piedad! Piedad para sus dos pequeños tesoros de aproximadamente tres y siete años, que eran cruelmente azotados, con el frío y dura mano de un hombre que era su padre, que como idiota que era les gritaba a sus inocentes pequeños ¡bastardos!

La mujer pedía clemencia para sus pequeños hijos y piedad para ella, tratando de zafarse de las ataduras de pronto la lluvia se puso más tupida, que lavaba la sangre de la cara hacia su pecho impregnándose sobre sus vestiduras quedando totalmente rojas y así dejándole al descubierto sus sangrientas heridas.

El hombre dirigiéndose a ella, le grito.

¡Eres una puta!

Tienes un amante.

Crees que yo no lo sabia, ella conforme de su inocencia, replicó con la vos casi quebrada, yo no tengo a nadie, se que tu lo tienes, pero aguanté todo por nuestros hijos a los cuales niegas y les llamas bastardos.

Él le lanza una bofetada más, en la cara y tiene el cinismo de preguntar ¿me amas?, con la una voz que casi no se entendía ella le dijo, que lo amaba, pero él con todos sus abusos hizo que ella pierda el amor, todo ese amor que sintió alguna vez se convirtió en miedo y odio.

Le dolió tanto a su machismo, que agarro una piedra, que llenaba su mano, y se la hecho en la cara fríamente, que terminó por desfigurar la cara de esta mujer.

El hijo mayor dándose cuenta de todo, miro a su madre, como sufría, sus ojos de angelito observando tal horror, dándose cuenta de todo lo que pasaba, sintiendo el sufrimiento de su mamá, la oyó decir, ¡su papa los ama!

El pequeño de siete años miró fijamente la cara de su mamá, que echo una de las sonrisas mas tiernas, a pesar de que le faltaban algunos dientes en la boca, tenia los labios deshechos, y apenas se podía distinguir, la forma de su cara con algunos chorros de sangre cayendo por su delgado cuello, con la imaginación que tenia, logró ver a la mujer hermosa, de pelo blanco, quemada por el sol, la mujer que cuando le hacia cariño en su mejilla sentía que pasaba una mano acerada y áspera.

Cuando de pronto el pequeño sintió un enorme nudo en la garganta y un dolor que le ceñía el alma, corrieron abundantes lagrimas sobre su cara, esta vez no era por que le dolían aun los azotes que había recibido, sino por que se dio cuenta que su madre ya había muerto.

Miró a su padre, como un enorme moustro que aparecía en las noches de tormenta que salía de la oscuridad para hacerles daño, lo miro fríamente a los ojos, y lo vio como al verdugo que se tomo unos tragos de más, que quito la vida de su madre, de su tesoro, ya no lo vio como a su padre.

Fijo su mirada hacia su madre, y después de un ruidoso trueno en su mente se dijo a si mismo “juro que vengaré lo que te hizo este hombre mamita amada”


1 comentario:

  1. Carai chico!!!!
    Que historia!!!
    Me gusto mucho,fue un placer leer este texto, es tuyo mismo?
    ABRAZO!!!

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